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04.10.2017
Etiquetado de alimentos: Un debate que crece en el país
Serias deficiencias en el rotulado de muchos alimentos según el resultado de un reciente estudio de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).
Un estudio reciente de la carrera de Ingeniería en Alimentos de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), encontró serias deficiencias en el rotulado de muchos alimentos.

Se sabe que para que existan buenas reglas del “mercado” debe cumplirse con ciertas premisas, precios justos, calidad, satisfacción de los clientes, información veraz del producto, etc.. Esta última tal vez la más importante para la libre competencia, tener toda la información disponible para poder operar con trasparencia y ética. Es decir, una herramienta que permite a los clientes elegir de manera eficiente, libre y accesible por todos.

Este axioma económico se aplica, especialmente, al mercado de los alimentos, porque está involucrado la salud. Pero en esta área hay “lagunas” legales y ambigüedades, que permiten a algunos cuantos productores hacer lo que llamamos la “vivezas criollas” y engañar a los consumidores. Muchas veces la información que aparece (o debería aparecer) en los rotulados de los alimentos son inexactas, incompleta o directamente falsa. De más está decir que esta situación perjudica especialmente a los consumidores porque además de ser engañados en su buena fe, los alimentos representan un área crítica de la salud.

Un estudio reciente de la carrera de Ingeniería en Alimentos de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), encontró serias deficiencias en el rotulado de muchos alimentos.

De los casos analizados, muestras resultados curiosos cuando no graves. Podemos citar:

  • Una miel que en realidad no es miel, sino jarabe de fructuosa.
  • Un “queso rallado” que no es queso, sino almidón. (El producto, para evitar problemas, evita decir la palabra “queso” y se vende con el nombre sólo “Rayado” y lo colocan junto con los quesos rallados).
  • Un aceite de oliva que en realidad es mezcla de oliva y girasol.
  • Una margarina light que anuncia que tiene 29% menos de grasa que la normal pero el estudio reveló que tiene la misma cantidad de grasa.
  • Unas galletitas que el envase dice “0% sodio” y sin embargo tienen 40 mg por cada 100g de galletitas.
  • Unas galletitas que la información nutricional se da en base a 30 gramos (3 galletitas) pero en realidad 3 galletitas pesan 60 gramos.
  • Envases de alimentos que no dicen lo que son, pero se intuye por los dibujos del envase, donde parecería ser yogur u otro producto y chiquito abajo dice alimento a base de …

Y hay muchas irregularidades más no tan evidentes o graves.

Los ejemplos muestran que no sólo son anecdóticos, curioso o una muestra más de la mal entendida viveza argentina, sino que puede ser potencialmente muy peligroso para personas con problemas de salud, además de la ya citada falta de transparencia que afecta al mercado como un todo.

Para muchos productores de alimentos, este tipo de estudios no les viene bien, más aun cuando hay países como Chile, Brasil y posiblemente en breve Uruguay, donde el rotulado está perfectamente controlado y regulado e incluso hay rotulaciones que indican que el producto puede ser perjudicial para la salud por su alto contenido en grasas, azúcares o sodio.

Muy recientemente nos anoticiamos del caso de una persona muerta por consumir “Semillas de la India”, pero que el ANMAT lo tenía catalogado como sustancia tóxica pero se vendía libremente en dietéticas suplemento para adelgazar.

En la Argentina hay cada vez voces que reclaman una regulación estricta por parte del Estado en pos de lograr información veraz de los componentes de los alimentos que diarios consumimos, y oriente a los consumidores a mejores elecciones al momento de comprar.

Se sabe lo que se gasta en cuidados preventivos de la salud de la población se ahorra a posteriori en el sistema de salud nacional. Además de intoxicaciones y muertes que ya hemos visto, y teniendo en cuenta que la Argentina tiene el mayor índice de obesidad infantil de toda Sudamérica es evidente que, a pesar de las reticencias y objeciones de la industria y las corporaciones alimentarias, es necesario plantear con urgencia el debate de sobre rotulación de alimentos.